Mujer y adicciones

Las mujeres también pueden sufrir una adicción; plantéate que siempre puedes ayudarlas.

Si partimos de que la adicción es una enfermedad y de que nos puede pasar a cualquiera, ahí entran también las mujeres.

Presentan unas características propias que las llevan a vivirlo de una manera que no se conoce, y las invisibiliza. Por eso es muy importante tenerlas en cuenta, ofreciéndolas esta visión para poder llegar a ellas. 

Queremos facilitárselo y necesitamos vuestra colaboración.

Nuestra idea como recurso especializado en adicciones es darte información y criterios objetivos que os faciliten y ayuden en vuestro entorno para poder ayudarlas. 

Estas personas pueden tener problemas de uso/abuso/adicción con sustancia (alcohol, cocaína, cannabis, anfetamina…) y/o sin sustancia (juego, apuestas, videojuegos…).

En esta pequeña guía mostramos diferentes aspectos que consideramos pueden ayudaros como profesionales o personas cercanas a identificar este perfil tan específico y a poner la mirada en la mujer que este afectada por la enfermedad de la adicción. 

Llega sola, con miedo y vergüenza, necesita nuestro tiempo y apoyo: dáselo.

Nunca llega bien, si existe una conducta adictiva no puede actuar, ni pensar ni reaccionar con claridad: tenlo en cuenta.

Se aísla, no quiere sentirse observada, vigilada o descubierta: tenlo presente.

Suele pedir ayuda y acudir a otros recursos para los demás, pero no para ella y evita todo lo que tenga que ver con el consumo de sustancias: valóralo.

Le cuesta reconocer tanto su enfermedad que siempre la niega y la oculta: va a hacer lo posible porque no te des cuenta.

No ha elegido tener esta enfermedad y puede que no sepa ni que la padece:
evita que se sienta juzgada.

Tiene un rol de cuidadora de los demás y no de sí misma, no sabe pedir ayuda:
facilítasela.

Se siente responsable y culpable de no ser lo que se espera de ella: Compréndela y empodérala.

En muchos casos es víctima de violencia de género, mantiene relaciones de dependencia, sufre mucho y aguanta todo… consume o bebe para evadirse y tiende a callar: necesita que empatices.

Suele ser madre y/o tener a su cargo a otras personas mientras ella se hace invisible: ayúdala a cuidarse. 

Tiene problemas de salud añadidos como ansiedad, depresión, insomnio y/o abandono de la higiene. No da valor al autocuidado, ni mucho menos importancia a acudir al médico: anímale a hacerlo.

Va a mentir, ocultar, manipular, evitar: guíale a la realidad.

Tiene un daño generado que ha originado por la conducta adictiva por lo que puede tener falta de recursos económicos propios: detéctalo.

Puede que niegue su enfermedad y considere que no necesita ayuda, te intentará hacer ver que está bien: puedes ser su marco de realidad.

En caso del alcohol, consume a escondidas para tapar y ocultar cómo se siente y así no tener que enfrentarse: necesita que la mires.

Se siente tan sola que ha acudido a un tóxico para cubrir ese vacío:
hazle ver que puede reconstruir su vida y que hay recursos para ayudarla.

Está desorientada, no acepta un cambio de forma fácil y necesita que seamos facilitadores con los horarios ya que tiende a retirarse ante cualquier contratiempo: sé flexible con las citas.

Normaliza el consumo de sustancias, quitándole importancia: llévala al otro lado y ofrécele un recurso especializado.

No suele tener apoyo en su entorno, por desconocimiento, por desgaste o desesperación: tú puedes ser el primer paso hacia su recuperación.

En las más jóvenes que consumen sustancias pueden presentar problemas añadidos de baja autoestima, inseguridades, falta de expectativas, abandonan los estudios… y paran sus vidas, buscan en las sustancias un anestésico: es el momento de prevenir y trabajar los riesgos.

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