Tengo un problema. Todo el mundo tiene un problema, pero mi problema se llama Cocaína.
Mi relación con la droga comenzó a los dieciocho años. Recuerdo muy bien cuándo, dónde y con quién probé por primera vez la droga, pero lo que no recuerdo es el porqué. ¿Por qué lo probé?, Pues aún me lo pregunto ocho años más tarde y, no pasa ni un día sin que me lo pregunte.
Soy una persona muy introvertida y siempre me ha costado relacionarme con la gente. Pues bien, para mi la droga camuflaba toda mi timidez y mi falta de autoestima y seguridad. Me hacía sentir alguien totalmente diferente.
Así pasaron los años, entre fiestas, alcohol, falsas amistades y sobre todo, mucha droga. No había tiempo para pararse a pensar en lo que me estaba convirtiendo. ¿Qué me iba a pasar? Solo soy un chico joven con ganas de pasarlo bien y disfrutar.
Pero al final pasó. Mi relación con mi familia cambió totalmente hasta el punto que se hizo insostenible. Dejé de relacionarme con la familia como siempre había hecho, y me pasaba meses sin hablar con mi padre, al cual culpaba de todos mis males, sin razón alguna. Lo siento, Papá.
Las discusiones y los malos modos estaban a la orden del día, pero era el mundo el que tenía el problema conmigo. Yo no tenía ningún problema y estaba todo controlado.
Control que empecé a cuestionarme: ¿Habría perdido el control? Cada vez me lo preguntaba más y más.
Por fin decidí a coger la mano que mi familia y mi novia me habían tendido varias veces y acepté su ayuda. Tuve el apoyo durante unos meses de una psicóloga.
Durante esos meses, intentamos llegar al fondo de mis problemas, pero yo no aceptaba que mi gran problema solo tenía un nombre: Cocaína
Era el momento de dar el paso, ponerme en manos de AMAT o seguir engañándome y engañando a mi novia y a mi familia.
Así que aquí estoy. Llevo un año y un mes en tratamiento y durante este tiempo ha habido muchos cambios. Cosas que han cambiado radicalmente y espero que sigan así.
El camino es largo pero merece la pena recorrerlo.
Doy gracias a la asociación, en especial a Arantza y a Alberto, y muy especialmente a mi familia y novia, que sin ellos este camino sería imposible de realizar.
Gracias