Drogas y violencia de género

La violencia de género incluye todo comportamiento que, en una relación de pareja, cause perjuicio físico, psicológico o sexual a quienes mantienen esa relación. Comprende actos de agresión física (abofetear, golpear, patear), maltrato psicológico (intimidación, denigración o humillaciones constantes), relaciones sexuales forzadas o cualquier otro comportamiento controlador (aislar a una persona de sus familiares y amigos, vigilar sus movimientos y restringir su acceso a la información o a la ayuda).

La violencia de género tiene su origen en múltiples y variados factores de tipo sociocultural (vigencia del modelo tradicional de roles que establece la superioridad de los hombres sobre las mujeres, tolerancia social frente a la violencia machista, etc.), familiar (conflictividad familiar, pobreza y carencia de recursos, estrés familiar, etc.), relacionados determinadas características de los agresores (abuso de alcohol/drogas, modelos violentos de conducta, trastornos mentales, personalidad y conductas antisociales, necesidad de ejercer el poder y el control, dependencia personal, baja tolerancia a la frustración, pobre control de impulsos, etc.) o de las víctimas (personalidad dependiente, baja autoestima, déficit de apoyo social y de estrategias de afrontamiento, dependencia económica, etc.).

Las investigaciones realizadas para conocer el origen de los episodios de violencia de género atribuyen un papel destacado al consumo de alcohol u otras drogas por parte de los agresores. Los mecanismos de influencia del alcohol sobre la violencia se relacionan con sus efectos farmacológicos, que actúan reduciendo la capacidad de autocontrol, desinhibiendo los mecanismos que inhiben las conductas violentas y disminuyendo la capacidad de juicio y la percepción del riesgo asociado a ciertas conductas violentas.

Aunque en muchos casos el consumo de alcohol no es la causa directa de la violencia de género, actúa como un elemento que precipita los actos violentos, aumentando su frecuencia y gravedad.

Ser víctima de la violencia de género puede ser el desencadenante del abuso
de alcohol u otras drogas como método de afrontamiento.
En muchos episodios de violencia de género tanto agresor como víctima habían bebido antes de la agresión (consumir alcohol incrementa notablemente la posibilidad de convertirse en agresor o víctima).
Entre los bebedores abusivos el porcentaje de maltratadores es casi 10 veces
superior al registrado entre los no bebedores.

Cuanto mayor es el nivel de alcohol ingerido por los maltratadores más
frecuentes son las agresiones y más graves sus consecuencias.

El abuso del alcohol incrementa por 3 la probabilidad de ser víctimas
de la violencia de género.

También entre los consumidores de drogas ilícitas se incrementan por 10
las agresiones infligidas a la pareja respecto a los no consumidores.
artículos, violencia de género

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