Hoy nos despertamos con la desagradable noticia del apuñalamiento de la mujer e hija de un conocido periodista deportivo. Afortunadamente, si es que cabe decir «fortuna» en este triste episodio, las dos agredidas están a salvo y tendrán que hacer un gran trabajo y esfuerzo personal para superar las secuelas que hechos traumáticos como el sucedido siempre generan en mayor o menor medida (ansiedad, estrés post-traumático, fobias de diverso tipo, etc…).
Vaya por delante, nuestra firme condena de la agresión, tanto de esta acción concreta y de todas las formas violentas de agresión (verbales y físicas) que existen, y esperamos que la justicia aclare lo sucedido, condene a los culpables y sobre todo, prevenga en la medida de lo posible situaciones como la que hoy nos alarmó.
Ahora bien, la noticia en cuestión, nos ha despertado una serie de reflexiones que una vez conocidas las evoluciones favorables de las afectadas, nos tranquiliza y permite avanzar para poder ahondar en la estigmatización social que aún hoy en día sufren y padecen las personas enfermas de drogodependencia.
Las primeras noticias que nos llegaban desde diversos medios de comunicación nacionales y de fuentes diversas relataban a los agresores como «…una pareja de toxicómanos» o «un hombre y una mujer drogodependientes». Esta descripción de los hechos, y lejos de querer despertar susceptibilidades, nos invita a realizar algunas reflexiones sobre la visión que la sociedad aún tiene de la persona enferma por el trastorno de abuso/adicción a sustancias.
Pasadas las horas, parece que el hecho o «condición» de drogodependiente se va desmoronando y que existen otros condicionantes en el suceso. Sin tener todos los datos encima de la mesa, con varios condicionantes, y aunque esas personas tengan un añadido de problemas con las sustancias, o no, ¿quién sabe?… Pero… ¿Por qué se ha remarcado tanto y desde el primer momento a los agresores como «toxicómanos»? ¿Acaso es un indicador «sine qua non» para cometer una agresión violenta con arma blanca?, ¿Se remarcaría del mismo modo que padecieran otra enfermedad? ¿Se realizó una valoración diagnóstica para realizar tal afirmación? ¿Es relevante? … Seguro que nos extrañaríamos si se leyera «una pareja de diabéticos» o «dos personas inmunodeprimidas» como datos añadidos de la agresión. Pero parece que damos por «bueno» que en primera instancia sean «drogodependientes».
Puede parecer cuestión baladí, pero no lo es. Del mismo modo que la agresión en concreto ha tenido relevancia por tratarse de una persona popular afectada, y la primeras noticias enfatizaban sobre la enfermedad y no la acción en concreto, nos hace pensar cuántas de estas agresiones se suceden en nuestra sociedad diariamente, y que no salen a la luz, pero deja entrever cómo la sociedad (o alguna parte de ella) aún apunta directamente al «drogodependiente», asociándolo a delitos y conductas alejadas de la norma, como los primeros sospechosos o justificantes de infracción.
Nosotros somos conocedores de que ALGUNAS de las PERSONAS enfermas por la drogodepenencia han cometido delitos de diverso tipo. De acuerdo. Pero también conocemos otras MUCHAS de las PERSONAS enfermas por la drogodependencia que JAMÁShan incurrido en hechos delictivos pese a padecer los problemas de un trastorno de abuso/adicción a sustancias.
Asimismo, existen otras PERSONAS que sin padecer problemas de drogodependencia cometen delitos (tal y como parece que sucede en éste caso, y en muchos otros). Y en la cuarta categoría, si relacionamos las variables «drogas» y «delitos», aparecen aquellas PERSONAS que ni tienen problemas con las drogas, ni cometen delitos.
Por tanto, en AMAT continuaremos hablando de PERSONAS, sin enfatizar en una sola parte de su ser, (bien sea la drogodependencia, o cualquier otro rasgo), y seguiremos defendiendo a las PERSONAS que padezcan el problema de la drogodependencia… sin que se sientan discriminados en el lenguaje por un rasgo particular de sus circunstancias personales, y sin que se vean o sientan señalados por una «lupa» que aumente o agrave las características negativas de su enfermedad.
Alberto Marchante Blanco
(Psicólogo de AMAT)