Hace un año, habiendo observado cómo cesaba poco a poco la actividad en Madrid, decidíamos aplazar las citas en AMAT hasta que el martes o miércoles pudiéramos recuperar la normalidad. ¡Que previsores, y que ingenuidad a la vez!
Una rápida decisión quizás sirvió para la inexistencia de contagios en nuestra entidad, pero la rapidez nos impedía ver que iba a ser cosa de más de uno o dos dias de aislamiento. ¡Impensable que pasaríamos semanas en nuestro balcón, quién lo tuviera!
Llego el Estado de Alarma y nos golpeó como un shock inesperado a todos los mortales. Aplaudíamos a las ocho, mandábamos memes por la red, veíamos cómo en papel higiénico era un bien más preciado que el barril de Brent….
… pero hubo que recomponerse y actuar. En nuestro caso no sólo hubo que recomponer la casa de cada uno/a, sino la casa de AMAT. Solo hubo una premisa que nos alentaba: ¡No podemos dejarles solos ahora! ¡Si así estamos nosotros/as.. cómo estarán ellos/as!
Gracias a la redes, que tienen como todo su lado bueno, nos llegaban las primeras peticiones de ayuda, contacto y necesidad de orientación. ¡Que gran locura y que gran responsabilidad!.
Podríamos contaros cómo hicimos encaje de bolillos para atender vía teléfono, mail, videollamada o lo que fuera necesario. Cómo la atención pasó a ser a cualquier hora o cómo nos enterábamos que la otra parte también se reinventaba y existía la oferta a domicilio… mucho más tentadora, adulterada y encarecida… (con o sin pandemia la adicción busca su espacio)…
Podría contaros cómo parábamos crisis, momentos de angustia, ganas de consumir… y cómo frenábamos las ganas de salir corriendo para parar todo aquello y lo sustituíamos para hacer lo mismo de siempre en una realidad jamás conocida.
Podríamos contaros cómo luchábamos por retener a cada persona en su casa, para protegerles del bicho (de los dos bichos)… el que les invitaba a consumir, y el que estaba recién llegado de Wuhan y ponía en peligro la salud de todos.
Podríamos contaros cómo nos armamos de medidas para poder ser los primeros en abrir en cuanto pudimos… y podríamos contaros la cantidad de adaptaciones que tuvimos que hacer a medida que iban publicándose medidas sanitarias de entendible cumplimento. Eso sí, siempre sabiendo que las adicciones eran un pandemia que ya estaba y que en ningún caso íbamos a dejar de atender. Así nacimos y así seguimos…
Podríamos contaros tantas cosas… pero quizás sea mejor que os contemos lo mejor de todo. Cómo esta pandemia nos ha servido para entender que somos personas y las cosas que pasan nos afectan de mil maneras en un todo relacionado.
Personas que tenían adicciones y necesitaban de AMAT, personas que no tenían adicciones o no lo sabían, y el confinamiento lo destapó, personas que jamás las hubieran tenido pero encontraron en ello una vía de escape para su miedo, su agobio, su anormalidad…
Aprendimos a tratar y ayudar a distancia, pues como nos demostrasteis se puede estar «unidos en la distancia». Aprendimos a incorporar tecnología en nuestra atención, pero también también aprendimos que las redes son un «lujo necesario» que no llega a todo el mundo y genera brechas digitales.
Aprendimos que somos animales de costumbres pero nos mata la rutina, que necesitamos escapar del día a día a través del deporte, las amistades, el ocio o un simple paseo al aire libre. Que todo eso nos protege… de nosotros mismos y nuestras vulnerabilidades. Quizás el virus esté afuera, pero nuestra salud mental la tenemos dentro y aún queda mucho por aprender para dominarla.
Aprendimos que pocas cosas se ponen en nuestro camino cuando nos unimos como colectivo, pero que no somos una especie invencible y la naturaleza nos pone a prueba como muchas otras veces nosotros a ella.
Aprendimos que las ciencias son fundamentales para la vida. Con sus fórmulas, su química, su laboratorio y su análisis de covalencias. Pero aprendimos que las letras no quedaban atrás con su lenguaje, palabra de afecto, escritos de cariño al aislado y miles de mensajes para seguir compartiendo. De ciencias o de letras, a la izquierda o a la derecha, desde arriba o desde abajo, ¡qué importante descubir todo lo que podemos aportar a nuestra sociedad!.
Aprendimos que cuando se invierten recursos, se ponen los medios y vamos todos/as a una, logramos increíbles avances para la salud. Ojalá esa investigación y recursos jamás se frene y encontremos las vacunas para las cientos de pandemias que existen en la salud, en la economía, en la desigualdad… pues cuando nos unimos, pocas cosas nos podrán vencer.
Aprendimos muchas cosas. Descubrimos otras tantas. No nos hizo mejores. Tampoco peores, pero sí nos hizo diferentes. Y cada cual sacará sus conclusiones, aprendizajes y descubrimientos. Experimentaremos rabia o agradecimiento, tristeza o euforia, emociones tantas como personas. Todas válidas. Nuestro consejo: «que aprendamos a parar un segundo, reflexionar hacia dentro y sacar hacia fuera lo mejor de cada persona».
Seguimos trabajando para parar la pandemia de las adicciones en un contexto de pandemia viral. Seguimos trabajando para construir una sociedad equilibrada, integrada y capaz de salir adelante en las peores circunstancias.
Hoy, un año después, seguimos trabajando para poner en marcha lo aprendido y sobre todo para abrir bien los ojos pues cada día nos dais miles de motivos para seguir aprendiendo.